Un sueño moldeado con sensibilidad, imaginación belleza y mucho trabajo.
Lo que empezó como una pasión íntima fue tomando forma con el tiempo: caricaturas, composiciones en papel maché, reinterpretaciones tridimensionales de grandes obras maestras como El Guernica, Las Lanzas o El Entierro del Conde Orgaz, muñecas restauradas, marionetas… y por supuesto, los entrañables gurruminos. Cada pieza es única y testimonio de una mirada creativa que transforma materiales sencillos en expresiones artísticas llenas de alma. Aquí el papel deja de ser soporte para volverse identidad.
El museo es también una apuesta por la sostenibilidad, el reciclaje y el valor de lo cotidiano. Con más de diez salas temáticas y cerca de 400 obras, ofrece un recorrido sorprendente donde lo conocido se vuelve inesperado. Quien lo visita descubre no solo un paisaje de creatividad modelada a mano, sino también una historia de entrega personal y convicción creativa.
Hoy el Museo de los Gurruminos es mucho más que una exposición. Es el legado vivo de una artista que ha demostrado que el arte nace donde hay pasión, y que lo ordinario puede volverse extraordinario cuando se hace desde el corazón.
